España tiene un problema forestal: tras los grandes incendios, el bosque nunca vuelve. La costumbre tradicional tras un fuego es permitir que los bosques se regeneren de forma natural, pero los datos muestran que puede ser hora de replantearse esta estrategia
Mientras, en el monte, el viento apartó la ceniza y la lluvia la amontonó sobre los árboles muertos, apilados junto al río para protegerlo de la escorrentía tóxica. En ese suelo yermo comenzaron a aparecer en poco tiempo las especies llamadas pioneras. De forma natural, casi sin tocar nada. La aparición de estas plantas frenó la erosión por escorrentía superficial y facilitó la aparición de más especies. A los dos años del incendio, el monte había reverdecido de nuevo.
Pero no se le dio seguimiento, se hicieron repoblaciones pero un 60% se perdieron. Y es que los árboles grandes necesitan años, ahora lo que hay es un bosque matorralizado.
Sin embargo, visto desde el cielo, o con Google Maps, todo se ve verde. Pero no es verde pino: es verde jara, verde ahulaga, verde brezo.
Esto ayuda a explicar las dos tendencias aparentemente incompatibles sobre el futuro de nuestro país: España es más verde ahora que hace 100 años, pero antes de otros 100, tres cuartas partes del país serán un desierto (El 20% de España ya es un desierto).
En contra de la creencia general, España es ahora más verde de lo que era hace cien años, y lo mismo ocurre con el resto del continente europeo: según los datos, la superficie cubierta por bosques ha aumentado más de un tercio desde 1900 hasta 2010. Es la conclusión extraída por un análisis realizado por Richard Fuchs, investigador de la Universidad de Waningen, en Holanda.
Utilizando los datos del impacto que los acontecimientos del siglo XX y principios del XXI han tenido sobre los bosques, los campos de cultivo y los asentamientos urbanos, Fuchs y su equipo han dibujado el mapa de la Europa verde (que puedes consultar aquí al completo), y la conclusión general es que la superficie urbana se mantiene estable, las huertas disminuyen y los bosques se van extendiendo a lo largo y ancho del continente.
En el asunto de los bosques la creencia se antepone muchas veces a la ciencia. Ideas como que el bosque siempre vuelve siguen dominando el debate del papel de los incendios. De hecho, el porcentaje de superficie acumulada recorrida por incendios forestales en los últimos diez años es uno de los indicadores empleados para evaluar el riesgo de desertificación".
No es ninguna sorpresa que, en la clasificación de hectáreas perdidas de bosque, Galicia, la comunidad autónoma que más y peores incendios sufre, esté en cabeza con más de 270.000 hectáreas quemadas entre 2001 y 2016. Un tamaño superior a las provincias de Vizcaya o Guipúzcoa, o si prefieren los clásicos, 192.000 campos de fútbol.
El podio de comunidades es el mismo en cuanto a perdedores y ganadores de masa forestal: Galicia, Andalucía y Castilla y León también son las tres que más bosque ganaron en los 12 primeros años de este siglo, aunque fueron muchas menos hectáreas de las perdidas.
Otra prueba del papel que tienen los incendios en la pérdida de masa forestal está en el siguiente mapa. Los puntos donde más masa forestal se ha perdido se corresponden con algunos de los peores incendios de los últimos 15 años, como los de Cortés de Pallás (Valencia) en 2012, Riba de Saelices (Guadalajara) en 2005 o el ya citado de Minas de Riotinto según datos recogidos en España en Llamas.
No ocurre lo mismo cuando apreciamos aquellos lugares que más masa forestal ganaron entre 2001 y 2012, donde Galicia y la cornisa cantábrica son las zonas que lideran la recuperación forestal en España. "Galicia y todo el noreste tienen problemas porque están en una zona frontera: según los expertos "el invierno es irlandés y el verano es sahariano"
El decano de los ingenieros de montes, Eduardo Rojas, es valenciano y como tal, conoce bien la zona donde en 2012 ardieron más de 48.000 hectáreas en Cortés de Pallás y Andilla. En el siguiente mapa interactivo, que muestra la pérdida o ganancia de bosque en la región donde se produjeron los incendios, se pueden apreciar a la derecha dos grandes manchas rojas. La de arriba es Andilla y la de abajo Cortes de Pallás. Un poco más arriba y en el centro se puede apreciar el daño causado en Riba de Saelices, Guadalajara, por aquella barbacoa fatal del verano de 2005. Diez años más tarde, el monte está verde pero el hueco forestal sigue ahí.
Según Eduardo Rojas, en el sur de Valencia y norte de Alicante hay zonas en las que el bosque ha reculado con respecto a lo que había en los años 60. "El 'Pinus pinaster' tiene dos respuestas al fuego: en el oeste de la península se regenera y en el este no: en ciertas zonas de Cuenca, Valencia o Albacete no se regenera porque no tiene piña serótina, igual que pasa en Jaén, Huesca o Lleida", explica, "ahí, sabiendo que no se va a regenerar, lo lógico sería intervenir".
Nadie se acuerda de un incendio que pasó hace 20 años
Eduardo Rojas recuerda que por ejemplo en la Comunidad Valenciana hay miles de hectáreas replantadas con 'Pinus halepensis' tras los incendios de la década de los setenta y ochenta. Pero el peor problema es que no se realiza una gestión posterior: esos arboles tienen ya más de tres metros de altura, teniendo que reducir su densidad para que no consuman tanta agua o los árboles puedan producir piñas para regenerar el bosque en caso de incendio: "eso no se hace, porque nadie se acuerda de un incendio que pasó hace 20 años".
Según datos del Banco Mundial, España ha ganado un 33,6% por ciento de superficie forestal desde 1990. Concretamente ha pasado de un 27,65% de territorio natural cubierto por bosque en 1990 a un 36,9% en 2016.
Los incendios forestales son una de las causas de pérdida de masa forestal en España. La superficie forestal afectada en España registró su cifra más baja en 2018 (25.165 hectáreas), según el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.
Según la estadística de incendios forestales que publica anualmente el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la mayor parte de los incendios forestales no llegan a superar una hectárea de extensión. De los 7.143 siniestros registrados en 2018, 5.154 (72%) fueron inferiores a una hectárea.
El número total de incendios forestales en España también se ha reducido desde 2005, un año en el que se registraron casi 25.500 siniestros, contando tanto los conatos (aquellos inferiores a una hectárea) como los que afectan a una superficie superior.
Casi la mitad de la superficie afectada por incendios forestales en España durante el año 2018 se ubicó en el noroeste de España (45,1%).
España es el segundo país europeo con mayor superficie forestal: 7.500 millones de árboles, solo por detrás de Suecia. Una superficie que, además y contra toda previsión agorera, ha aumentado un 31% en la última década, según los datos del Inventario Forestal Nacional, que elabora el INE desde hace 50 años*.
Las tres provincias españolas con más árboles en su territorio tienen en común compartir la cordillera de los Pirineos: Lérida, con 324 millones; Huesca, con 320 millones y Gerona, 283 millones. Navarra, la cuarta provincia pirenaica, también tiene abundancia de copas (240 millones) pero está por detrás de provincias como Burgos (262), Salamanca (250), Albacete (252) o incluso Barcelona (256).
En el otro extremo de la balanza está Las Palmas, la provincia oriental de las Canarias, compuesta de las islas de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, con apenas 4,4 millones de árboles y el ratio más bajo de árboles por habitante de toda la nación: apenas 4 por cada habitante. Las otras provincias menos arboladas son Sevilla y Alicante (31 millones cada una), Valladolid (33 millones) y Cádiz (38 millones).
En lo que concierne a árboles per capita, Soria es, con diferencia, la provincia más pródiga: cada soriano "tiene" 2.444 árboles, 600 veces más que los naturales de Las Palmas, con poco más de 4 árboles por cabeza.
La especie arbórea más abundante de España es la encina, que representa un 20% de la masa forestal del país seguido por el alcornoque (15%) y el pino carrasco (11,3%), si bien este último parece estar en retroceso ante la pujanza de la encina, según el CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales).
El total del área de bosque mundial es de 4 060 millones de hectáreas (ha), lo que representa el 31% de la superficie total de tierras. Esto equivale a 0,52 ha por persona, aunque los bosques no están distribuidos de forma equitativa entre la población mundial o geográficamente, según el inform de la FAO 'Evaluación de los recursos forestales mundiales 2020'.
El mundo ha perdido una superficie neta de 178 millones de ha de bosque desde 1990, lo cual equivale a un área aproximadamente del tamaño de Libia
África registró la mayor tasa anual de pérdida neta de bosques en 2010-2020, con 3,9 millones de ha, seguida de América del Sur, con 2,6 millones de ha. La tasa de pérdida neta de bosques ha aumentado en África en cada uno de los tres decenios transcurridos desde 1990. Sin embargo, ha disminuido considerablemente en América del Sur, hasta aproximadamente la mitad de la tasa en 2010-2020 en comparación con 2000-2010. Asia registró la mayor ganancia neta de área de bosque en 2010-2020, seguida de Oceanía y Europa.
No obstante, tanto Europa como Asia registraron tasas de ganancia neta sustancialmente menores en 2010-2020 que en 2000-2010. Oceanía experimentó pérdidas netas de área de bosque en los decenios 1990-2000 y 2000-2010.
Según datos del Banco Mundial, la superficie forestal global ha descendido desde los años noventa. Mientras que en 1990 representaba un 31,8%, en 2015 era un 30,83%.
Fuentes: